Un patrón alimentario con un alto contenido en alimentos de origen vegetal se asocia a un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Dentro de este patrón un alimento de gran importancia son las semillas.

Las semillas son pequeños embriones vegetales recubiertos por una cáscara que los protege. Son una fuente importante de vitaminas, minerales, fitoquímicos, proteinas, hidratos de carbono complejos, grasas insaturadas, entre las que destaca el ácido graso omega 3 y por supuesto también son fuente de fibra dietética.

Las semillas tienen una alta concentración de nutrientes y un elevado contenido calórico. Además tienen la propiedad de ser muy saciantes.

Para poder aprovechar todos los nutrientes de las semillas debemos romper la cáscar o cubierta que las protege. Si no es así las semillas pasan por el tracto digestivo ejerciendo una función de arrastre que también puede ser muy interesante en algunos casos, pero sin que podamos absorber sus nutrientes.

En el caso de las pipas de calabaza y de girasol por su tamaño, es muy fácil quitarles la cáscara.

Sin embargo en el caso de semillas pequeñas como pueden ser la chía y el lino sólo podemos romper la cáscara si las masticamos o las trituramos. Como son muy pequeñas la masticación no es el método más efectivo, unas se romperán y otras no.

Por lo tanto si queremos aprovechar el 100% de sus nutrientes debemos triturarlas antes de consumirlas.

El sésamo, a pesar de ser muy pequeñito, tiene una cáscara mucho más blandita y en este caso es más fácil romperla al masticar.